Ayer luego que mi jefe me avisara que por la tarde no vuelva
a la oficina ya que había un corte de luz programado. Lo convencí a Mr.B de
viajar a Neuquen ya que tenía pendiente unos análisis por autorizar y retirar
medicación. En una corrida me vestí para la ocasión bermuda de vestir sobre la
rodilla, camisa, y para variar salí despeinada y con el maquillaje en mano, una
vez más recurrí al fucsia en mis labios y un collar importante para desviar la
mirada de mi cabellera. En los pies unas texanas cortas y taco bajo, lamente no
verme parada sobre unos buenos tacos que estilizaran mis largas y rellenitas
piernas.
Logre que autoricen los estudios, cosa complicada en estas épocas,
ya que la obra social está cada vez peor. A la salida encontré un local lleno
de boludeces divinas, me entretuve y compre esencias, aromas textiles, tazas
con colador y unos té en hebras, yo feliz de
la vida, pero el padecimiento de Mr. B había comenzado en el instante
mismo que me vio aparecer con dos bolsas cargaditas de cosas, a lo que dijo,
“mira que buenos los de la obra social te regalan huevadas”, me reí, saque de
una de las bolsitas un aroma y le dije para vos también hay, va es para tu auto
y le entregue una botellita conteniendo un aromatizante con exquisito aroma
masculino.
Con el pretexto de comprar el alimento para gato y perros,
nos fuimos al shopping, el primero en hacer gastos fue él, un bolso camuflado y
un gorrito que aunque aparenta ser ridículo, le queda muy lindo. Yo solo me
incline por Rapsodia y mucho no compre, porque mi misión era buscar sandalias “bajas”,
hace un tiempo se me calentó por tener gladiadoras a la rodilla, en otros tiempos las llamaron esclavas. En ninguna de
las zapaterías del shopping las conseguí, por ultimo entre en un local de Jesús
Fernandez porque se me ocurrió un culote de encaje, cosa que tampoco encontré, había
de otras marcas pero de JF ninguno, entonces decidí seguir sin calzones por la
vida, mas allá que recordé los ochenta y pico que tengo guardados.
Salimos de ahí estacionamos en el alto de Neuquén y
caminamos un montón, en el recorrido por Avenida Argentina, escucho una melodía
suave, simple, bella, luego me encuentro con el hacedor tan sublime música,
guitarra en mano, armónica al cuello, una cabellera blanca, abundante, gorrita
al piso, se encontraba frente a una vidriera de una casa de instrumentos
musicales, en un acto arrebatado, lo freno a Mr.B, haciendo un gesto con mi
mano le pido dinero, le exijo cambio, mientras saque mi billetera y saque
$50, observo que de la otra billetera era poco el dinero dispuesto a salir, así es que meto mi mano en su billetera y le
saco más de lo que él pretendía colaborar.
Mire al artista y sentía que todo era música, que todos bailábamos al
compás de su arte, sentí como en mis labios se dibujó una amplia sonrisa. No sé
porque motivo sentía nervios, entonces moví mis piernas aceleradamente parada
sobre el mismo lugar lo mire a Mr.B quien no hacía más que observar mis gestos,
abrí grande mis ojos le extendí el dinero y le dije “toma entrégale vos”, solo
continuo mirándome. Entonces me acerque al músico, me agache suavemente como
para no interrumpirlo y siempre dirigiendo la mirada a su rostro, deposite el dinero.
Desconozco si a todos saluda y agradece
por igual, pero para mí fue su gesto inventado para mí. Inmediatamente regreso
buscando los brazos de mi hombre, sintiéndome feliz de mi vida, hago un par de
saltitos hasta llegar a él, quien me abraza y me dice “ahh, gordita porque sos
tan así, tan vos” seguimos nuestro camino y aquella guitarra dejaba escapar Let
it be…
Pero como no todo es romanticismo con este buen Sr. detiene su
marcha cerca de la seguridad de un local y me dice “mira el policía te espera
para llevarte por carterearme”, nos reímos y le aclaré que lo de gordita estuvo
de más.
Liviano, simple y lindo transcurría este día. llevar esta
vida sola puedo, pero de a dos es más fácil, con su dulce mirada, con la
sorpresa que le provocan mis actos, con él admirándome a pesar de mis errores,
con el amando tan sinceramente. Todo se puede.
Les aseguro que flotaba, levitaba, iba en la “nube Mari”,
cuando a travesando el paso a nivel encontramos una carpita de campaña
política, es que el próximo domingo eligen intendente, les aclare que no votábamos
allí así es que no pierdan tiempo con nosotros. Finalmente en una de las
vidrieras encuentro “las gladiadoras”, me paro frente a ellas, escuchando a Mr.B que me relataba no sé qué historia de un
libro que está leyendo, pero yo no tuve mas sentidos que para aquellas
sandalias, las señale y le dije “acá están, esas, esas” me tomó por la espalda
y llevo hacia la puerta del local, su cara no era de las mejores, es que no
comulga con mis gastos. En tan solo minutos estaba parada frente al espejo con
las gladiadoras clavadas hasta las rodillas, lindas no lo niego, pero, y como
esta palabrita no puede faltar en mi vida, observé a mi alrededor y descubro lo
que me negaba a ver, zapatos, bellos y hermosos zapatos ostentando sus altos
tacos y yo parada en esas ridículas sandalias híper bajas. Me las saque me puse
las medias, criticadas por Mr.B las texanas y casi sin emitir sonido le dije al
vendedor que las llevaba, mientras firmaba el talón de la tarjeta, me calmaba
por no gritar y terminar en llanto, sentí bronca, pena por mí, por no soportar
mas esos zapatos, porque todo ese lugar me recordaba la mierda de síndrome que
tengo y afecta mis tobillos, por ahora mis tobillos, mas bronca e impotencia sentí
cuando descubro en mi antebrazo derecho varios hematomas, también producto de
este síndrome.
Salimos del local, lo miro a Mr.B y veo su cara de
frustración por el gasto injustificado, según él, entonces decidí mencionarle lo
que estaba sintiendo, no lloré porque el día vivido no se lo merecía, porque
logre conseguir y comprar las gladiadores, porque al cruzar la Avenida un auto
paso en rojo y casi nos atropella, porque un niño me devolvió futuro, deseos y
sueños, con su comentario inocente, le prometió a la abuela que cuando él sea
grande va a tener un Ferrari, mas linda que ese auto y la iba a poder llevar a
comprar para que no le pase nada. Entonces las incipientes lágrimas se
fundieron en una sonrisa, un fuerte abrazo, mirada cómplice y seguimos camino.
Nuestro camino de a dos, con mi imperfecto amor y su prolija forma de ver la
vida.
Siento que soy esclava de por vida del Síndrome
antifosfolipidico, que me ha obligado a tomar tantas decisiones y queda una mas
por tomar en este año, trascendente en mi vida profesional, pero bueno debo
tomarla. Este síndrome me esclaviza y a su vez me ha hecho gladiadora, mi
lucha, mi batalla está en juego, minuto a minuto nos debatimos y hasta ahora
puedo decir que le voy ganando.
Las gladiadoras están buenísimas con uno de mis vestiditos cortos
se van a ver geniales, ya me imagino haciendo pasarela por la Avenida Carlos H.
En cuanto Mr.B cenó un plato de ñoquis con bolognesa acompañado por un Schroeder
rebajado con soda y feliz de la vida.
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