Anoche acostados Mr. B se durmió sin antes pedirme “espalda” señal que le
acaricie su espalda, gesto que se repite noche a noche, siempre y cuando nos
acostemos juntos, téngase en cuenta que puede estar trabajando en el campo o
bien yo puedo estar en Bs.As. de modo que de vez en cuando no hay “espalda”.
Mientras leo, sostengo el libro o
tablet con la mano derecha y con la mano izquierda le acaricio a él, es
increíble pero creyéndolo dormido, dejo de hacerlo y escucho que me dice
“espalda”.
Bueno anoche no leí, me sentí
agotada y mis ojos necesitaban descanso, entonces nos acostamos, sentí que Mr. B se durmió al instante mismo que apoyo
su cabeza en la almohada, no hubo “espalda” y solo me quede acostada boca
arriba, quieta, ya que quería disfrutar de ese momento de soledad y silencio.
Un mar de pensamientos invadió mi
mente, ideas recurrentes sobre distintas situaciones, de esas que imagino y
ordeno en mi cabeza, como enfrentar tal o cual situación.
Pienso cada una de las palabras
que le voy a dirigir a una persona que hace putos algunos momentos del día a
día, preparo mis gestos, creo que si me paro frente a un espejo esos gestos se
verían perfectamente reflejados. Termino el discurso y siento placer de haber
podido decirle todo lo que me pasa con él. Luego decido que todavía no es el
momento, que no lo voy a provocar,
pronto va a llegar, y doy por terminada
esa conversación.
Decido ir por el camino del
deseo, del placer, así sea porque imagino el momento justo que gatillo con la
tarjeta una vestido que me va a quedar divino, decido que a las 9 am hora que abre el local
donde lo vi, voy a llamar y pedir que me lo guarden, pasaré por él a la tarde.
Luego se vienen a mis recuerdos
momentos vividos, de los lindos momentos, picardías, sola o en compañía, miradas cómplices, respiraciones, olores. Deseos
inconclusos, manos ajenas recorriendo mis caderas, extraños labios por algún
que otro lugar del extenso mapa que es mi cuerpo, fogosos besos de indebidas
bocas.
Y justo cuando me encontraba en el paraíso de las
sensaciones, en el mar de mis pasiones. Escucho la voz de Mr. B que dice:
“podes parar de pensar que no me dejas dormir”.
¿!¿! Pero como es esto!? No
entiendo nada, desde cuando mis pensamientos se escuchan, y de ser así ¿Cuáles escuchó? Creo que estoy en graves
problemas si alcanzó a “escuchar”los últimos.
Me tranquilicé cuando resolví justificar lo atrevido de aquellos, como algo que estaba elaborando para luego escribir.
De todos modos lo mejor fue
acomodarme, como de costumbre, sobre mi lado derecho sin obviar no tocar con la
almohada la extensión de mis bellas pestañas, no es cuestión que se caigan al
dormir, y en absoluto silencio dormí. Mejor ni contarles lo que soñé, mi vida onírica
es deliciosa y lujuriosamente transgresora.
Me encuentro en la duda que mis
pensamientos se “escuchen”, feliz que mis sueños aun no son mutilados por el
peso de la ley marital.
De los sueños aún vivo, en ellos
soy más yo que nunca, Mari onírica es como deleitarse con un jugoso helado de
frutilla al sol de la siesta cutralquense.
Mari Ara
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